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jueves, 29 de agosto de 2019

El desierto de Tabernas

Existen pocos lugares en el planeta  tan sorprendentes como los es el desierto de Tabernas, al Norte  de la ciudad de Almería en España.  Por su peculiar orografía  y su escasa vegetación, bien podríamos confundir este  desierto semi-árido con el de  Gobi o alguno de los  de Arizona o del norte de Mexico; incluso, si me apuran. Si nos vendasen los ojos, nos desorientasen y nos dejasen entre sus colinas, desde luego que  no pensaríamos estar en nuestra querida Europa. Nos invadiría el miedo y el sobrecogimiento y puede, que incluso pensásemos que nos han dejado en otro planeta. Desde luego, nunca imaginaríamos estar  a unos pocos kilómetros  de los chiringuitos en la  playa del Cabo de Gata, algo, que de seguro no ibámos a encontrar en ninguno de los desiertos mencionados.

 Aislado de las brisas marinas del Mediterráneo por las sierras de los Filabres y de Alhamilla, quedó este trozo de tierra como testigo de los caprichos de la naturaleza. Sin embargo, aunque imponente y sobrecogedor, el desierto de Tabernas no es muy extenso, como pudiese parecer a primera vista. Ocupa solo unos 280Km². En cualquier dirección y a pocos kilómetros encontraremos pueblos cercanos y lugares para refrescarnos. El de Tabernas, es como muchos un desierto y cómo he dicho antes un desierto simi-árido. Tiene un regimen de precipitaciones muy bajo debido a efectos meteorológicos producidos por las sierras que lo rodean. Su singularidad más llamativa es la  especial  belleza natural y salvaje, capaz de impresionar al visitante más insensible. Por este motivo fue declarado  paraje natural y lugar de especial protección, también por su fauna y la flora. En mí opinión, es lugar de visita obligada si vamos por tierras almerienses, pues a parte de regalarnos paisajes sobrecogedores, sorprendentes y, como he dicho y recalco, de singular belleza. Además  podremos tener la oportunidad de ver especies vegetales y animales que no encontraremos en  otras partes del mundo, a más de otras inesperadas sorpresas.  

Su similitud con algunos desiertos estadounidenses o mejicanos, sus ya mencionados paisajes,  marcados por una  orografía muy peculiar y llamativa, así como su clima moderado, no tan hostil cómo el de otros desiertos, fueron entre otros los motivos por los que algunos directores  de cine, empezando por Sergio Leone, hicieron de este enclave un lugar perfecto  cómo escenario natural  para rodar los exteriores de innumerables  películas. Muchas de las escenas de Indiana Jons, Conan el Barbaro, El bueno el feo y el malo y un sin fin de míticas películas que están en la memoria de todos, fueron rodadas parcial o totalmente  allí.  Pocos saben que fue el desierto de Tabernas  el hogar adoptivo de Luck Skywalker y que de allí partió el Halcón Milenario. Tampoco es muy conocido que por sus intrincados cañones acecharon los moradores de las arenas, y que fue  a la vez  el hogar  de Yaba el Hutt. En sus parajes fue donde se  recrearon muchas de las desiguales batallas entre indios y vaqueros, de  moros y cruzados, de guerras mundiales e incluso de extraterrestres y humanos. Y no hay olvidar tampoco que fue el escenario de Lorens de Arabia o Le Llamaban trinidad.  De la época más prolífica del wester han quedaron muchos vestigios; decorados y pueblos enteros  de atrezo, construidos para seguir los pasos de  actores de la talla de Clint Eastwood, Sancho Gracia o Elizabeth Taylor.  A buen seguro fueron sus parajes y su misterio, lo que inspiraron ó a Ennio Morricone en sus magistrales bandas sonoras. Hoy en día, aunque se siguen rodando películas y anuncios publicitarios, algunos de estos escenarios han quedado más  como reclamo de turistas. Allí se  pueden quedar sorprendidos con las actuaciones de especialistas y actores, que  rememoran escenas  del viejo Oeste americano, con sus peleas, tiros  y caídas de caballo. Uno de estos lugares y más conocido por su estado de conservación es Fort Bravo Texas Hollywood. Aunque sabíamos de la existencia de este  lugar por algún reportaje, no nos plantemos en ningún momento visitarlo; menos en esas vacaciones de Sol y playa. De hecho, ni siquiera eramos conscientes de que estábamos cerca.

Nos encontrábamos por la mañana de visita en un hermoso acantilado, donde se encuentra el  faro más famosos del Cabo de Gata. Allí encontramos una oficina de información turística y al acercarnos para buscar lugares que visitar, entre la información y los panfletos, encontramos uno que hacía referencia a  Fort bravo. Los dos estuvimos de acuerdo en que sería buena idea visitarlo y conocerlo. Así que después de comer en un chiringuito frente al pueblo de Cabo de Gata,  sin saber muy bien que es lo que nos íbamos a encontrar, pusimos rumbo al desierto. Resultó ser que asistir al espectáculo  no fue caro ni mala idea; en realidad fue sorprende y mereció la pena. Aunque los actores no eran  conocidos y tampoco grandes estrellas, le pusieron ganas y pasión. Rara debería ser la persona que no soltase una carcajada  o pasase por alto ese esfuerzo que pusieron en dar al público una buena sesión del  más puro estilo spaguetti wester.
Lo cierto es que te quedas con la sensación que podía ser mucho más o que no se aprovecha enteramente todo el potencia que tiene el lugar y los decorados, pero hay que tener en cuenta que este debe ser un negocio difícil de sobrellevar por sus elevados costes.  Respecto al pueblo, recreación de un típico escenario de película, no le faltaba de nada. Calles polvorientas, el Saloon, la barbería, la cárcel; vamos, un pueblo del antiguo Oeste al completo; incluyendo hasta la estación y las vías del tren.  El complejo, a parte del espectáculo diario y los decorados, tiene piscina y cuatro bungalows. No sé si sitio para caravanas y tiendas de campaña también, pero sería interesante que fuese así, un  camping donde uno se puede alojar. Si lo queréis visitar, cosa que la que no os arrepentiréis, pues es una buena forma de pasar una tarde divertida y agradable, debéis saber que abre a las cuatro de la tarde y cierra a las siete. durante ese tiempo se hacen dos espectáculos de los que no quiero contar nada, pues prefiero que quien quiera ir se sorprenda cómo nosotros  y lo disfrute. Si contase algo rompería estaría estropeando el buen trabajo de los artistas, así que mejor me lo guardo. En el lugar también alquilan caballos, por lo que es posible darse un paseo  con la caída del sol. Nosotros no lo hicimos, pero ganas quedaron. Estoy seguro que hubiese sido una experiencia alucinante. Si vais, no os olvidéis de pasar por la exposición donde se exhiben  los carromatos, monturas  y otros elementos de atrezo utilizados en las películas; en un excelente estado de conservación y bien documentados. Algunos de ellos son muy auténticos, como las monturas utilizadas para las películas. Cuando llegamos, el primer espectáculo ya estaba empezado y nos perdimos una buena parte. Por eso recomiendo llegar con tiempo, pues en el camino de tierra polvoriento que lleva a Fort bravo, no se puede correr.

Con ganas nos quedamos y de más, porque a parte de ser un buen lugar para recrear los sentidos y parar un buen rato, cerca de Tabernas hay  una zona de vuelo de parapente, algo que no supe hasta después de visitarlo. Fue una lástima, pues llevaba mi equipo en el coche pero lo supe después. Volar  encima de aquellos parajes, tan inhóspitos y peculiares, hubiese sido una experiencia intensa digna de ser vivida. Pero en fin, otro día será y tiempo habrá para hacerlo; el viajero siempre tiene que ser positivo y esperar volver a los sitios que le han impresionado, a este, de buen seguro volveríamos.              







La Fregeneda


Hay cientos, sino miles,  de pueblos distribuidos por todas las regiones de la España interior  que se están muriendo poco a poco. Pueblos con historia y cuna de los padres de los que hoy habitan las grandes ciudades, que, poco a poco, en lenta agonía, van  cayendo en el olvido e invadidos por los elementos. Sus casas y plazas, hoy desiertas y antes llenas de vida, se van derrumbado y con ellas los orígenes de muchos que crecimos en ellos. La llegada de la industrialización y la modernidad, fueron dejando vacíos, porque sus gentes deseaban una vida mejor y dejar aquella vida sencilla pero dura. No fueron culpables por ello, simplemente querían algo mejor y los sucesivos gobiernos, lejos de ayudarlos, dejaron estos lugares en la mano de Dios. Sin apenas servicios y alejados de los grandes núcleos urbanos, han perdido sus colegios, sus habitantes y la atención sanitaria, quedando como testigos mudos de alegrías y sufrimientos de sus gentes. Sus calles hablan de un tipo de vida sencilla que hoy pocos recuerdan. Cultivos abandonados, frutos que ya no se recogen y que bien podrían paliar la ruina de muchos, son invadidos ahora por la naturaleza a la que siempre habían pertenecido. Los jóvenes, sin expectativa de futuro y seducidos por las excedencias de una vida moderna pero esclava, optaron un día por marcharse, dejando atrás una infancia feliz y tradiciones que con el tiempo se perderán. Entonces no llegaba a los pueblos la modernidad de la tecnología, ahora que podría llegar, ya es demasiado tarde .
En la provincia de Salamanca, entre Lumbrales y la frontera de Portugal, a doce y catorce kilómetros respectivamente, la Fregeneda se haya rodeada de tierras de cultivo, millones de almendros y parajes de una singular belleza. Fue un día uno de los pueblos más importantes de la comarca, Rico en tierras de cultivo de almendra, olivas y algarrobos, y uno de los más importantes productores de leche de oveja y lana. Fue famoso por sus dulces, quesos y embutidos. Hoy, con apenas 400 habitantes, una población muy envejecida y unas tierras en estado de abandono, parece un serio candidato a la la desaparición. Ya no se hace el pan de antaño, las perronillas y repelados, son cosas que si no se remedia se perderán, como su folclore y sus fiestas. Como un reflejo de lo que fue, hoy todavía se puede comprar allí uno de los mejores quesos de oveja del mundo y disfrutar de sus gentes, amables de corazón, como antaño, pero hasta cuando.

Una vía férrea recorrió antaño estas tierras. Hoy, poco a poco se pudren sus puentes y se corroen sus raíles. Un recorrido de una belleza inigualable, que bien podría convertirse en ruta turística que diera nueva vida a la comarca, tal y como ha hecho Portugal; donde al contrario de lo que ha ocurrido en España, la linea de tren que va desde la estación de Pinhao a Oporto, recorriendo todo el cauce del Duero, se ha convertido en una ruta turística de obligado recorrido. Esa vía fue antaño la unión entre Portugal y España. Bastarían unas cuantas inversiones y rehabilitar uno de esos trenes de vapor para que todo volviera a funcionar. Sería una solución para que La Fregeneda y otros pueblos de la comarca volvieran a la vida; pero los políticos están en otras cosas. Están para hacer macroinversiones en aeropuertos que no se usan, en aves, que cuestan miles de millones y que se cierran por falta de viajeros.

La falta de servicios sanitarios en estos pueblos causa hoy en día muchas muertes y penurias en en las grandes ciudades no pasan. Cualquier prueba médica de importancia supone un desplazamiento de 100 kilómetros a Salamanca, algo que para las personas mayores resulta muy duro y en ocasiones fatal. La desidia de los políticos y la falta de inversiones son la causa de que La Fregeneda, como muchos pueblos pequeños con encanto desaparezcan, y que con ello se pierdan cosas irrecuperables.     

martes, 27 de agosto de 2019

Egipto mágico con IMAGE TOURS Capítulo VI



El poblado Nubio

Egipto ha sido invadido por muchos pueblos después de que las dinastías del alto y bajo Egipto se extinguieran. Los últimos en llegar y de los cuales son en su mayor parte descendientes los actuales habitantes del Egipto, fueron los musulmanes, que invadieron Egipto en el año 616 D.C. Las gentes del pueblo Nubio son quizás los últimos reductos de los descendientes directos de los antiguos habitantes del Egipto faraónico, por lo que es casi obligado hacer una visita a uno de sus poblados, aunque se trate de una visita organizada. La visita en si, y menos de esta forma, no nos va ha proporcionar mucha información sobre sus costumbres y forma de vida, pero si nos mostrará algunas de las diferencias tan considerables que hay entre ellos y el resto; además, son solo 30€
Los hombres nubios son más altos que los demás y en ocasiones tiene ojos azules, algo realmente peculiar teniendo en cuenta que son de piel negra africana. De pelo siempre rizado, se distinguen también por que algunos son rubios. Las mujeres jóvenes que pudimos ver no tapan completamente su rostro, sino que llevaban un velo simple que les cubría el pelo, un velo que dejaba ver la inusual belleza de sus ojos y rostro.
El pueblo nubio vive apartado de los grandes núcleos urbanos y conserva un idioma y tradiciones propias. Algunos de ellos viven en las tierras que, por motivos puramente turísticos, el gobierno egipcio les ha cedido al lado del Nilo. Actualmente sus escasos ingresos son proporcionados por el turismo, la venta de artesanía y fundamentalmente, por la agricultura tradicional del Nilo. Antaño, se dice que fueron los guerreros más temibles de Egipto y un pueblo orgulloso, algo que todavía se puede intuir en su serena mirada. De alguna manera se notaba la diferencia, también, de carácter de este pueblo; las formas y los gestos, la expresión de sus caras, le daban un aire diferente a las gentes que habíamos conocido hasta el momento. Quizás era simplemente que se trataba de gente pueblerina, apartada de las ciudades, pero había algo diferente en ellos.
Nubia, como se llamaba la tierra donde vivían, y que comprendía buena parte de los que es ahora Egipto y parte Sudán, era conocida como “Tai-Seiti” la tierra de la “gente del arco”, lo que da una muestra de sus habilidades guerreras.
Viendo a estas gentes se nos quedó la amarga sensación de que las tierras del Nilo eran tierras ocupadas por extranjeros que no daban el valor a lo que tenían, ajenos a las antiguas tradiciones y sus orígenes, nada que ver con el pueblo Nubio, que parecían vivir todavía en el pasado, y que sobre todo, respetaban al río que leva da la vida. Quizás esta sensación, o más bien sentimiento, tan solo fue una influenciada de la imaginación y el romanticismo, un deseo inconsciente de ver a Egipto como sería aquel antiguo y glorioso tiempo de los faraones. Un mundo que fue grande por la unión que había entre ellos respecto a un objetivo común, algo que hoy en día sería imposible de concebir.
No me cabe la menor duda, que esto es una de las principales causas que ha hecho llegar hasta nuestros días su obra. Según se dice, estas obras son tan magnificas, que si ahora la humanidad desapareciera de repente, de todos las construcciones que hemos hecho encima de la corteza terrestre, los últimos vestigios de nuestra civilización en desaparecer, serían las pirámides y la gran muralla china.
Emprendimos camino río arriba hacia el poblado Nubio con una pequeña embarcación techada y motor fuera borda. Después de pasar tanto calor en otras visitas, estar tan cerca del agua del Nilo, fue un gran alivio para todos. La embarcación, de poco calado, nos permitía tocar el agua desde la cubierta, y remojarnos, que buena falta nos hacía.
Se dice que aquel que moje su cuerpo con agua del Nilo regresará a Egipto. Sea o no verdad este dicho, no quisimos perder la ocasión de apostar por la profecía.
La embarcación pronto salio de los dominios del puerto para adentrarse en terrenos con menos asfalto en las orilla. No tardamos en ver de cerca la genuina garza del Nilo, tambien llamada Ibis con una silueta elegante e inconfundible. Su diferencia principal con las garzas normales es su pico arqueado. La silueta de esta ave ser muy importante para los antiguos habitantes de Egipto, ya que se puede ver formando parte de los jeroglíficos. Los antiguos egipcios al dios Thod con cuerpo de hombre y cabeza de Ibis.

A medida que ibamos conociendo un poco la cultura del antiguo Egipto, encontrabamos muchas similitudes con los dioses griegos, o la Roma pre-cristiana. Al igual que estas, a muchos de los dioses egipcios, los devotos sacerdotes le conferían rasgos y sentimientos humanos, trifurcas familiares y hasta sus defectos. Los dioses personificados en animales, se les atribuían las cualidades más destacadas de estos. Y cuando querían las cualidades de los animales en sus dioses, gustaban de mezclar cabezas de animales, con cuerpo humano. Los dioses, también, como en la antigua Grecia, se repartían el trabajo, ocupándose de cada aspecto de la vida cotidiana de Egipto. Sin duda es una buena forma de controlar al pueblo, pues si la cosecha es mala, es que el Dios fulanito estaba de mala leche. Si se perdía una guerra, no era culpa del monarca o general que la dirigió, sino del Dios Anobis, que se había quedado dormido en la batalla. Estaría bien que hoy en día existiesen ese tipo de dioses, así la culpa de la crisis no sería de zapatero, éste, seguramente le echaría la culpa a Orus, que estaba peleado con su madre.
Divagando yo en mis reflexiones casi me pierdo, sigamos con el relato...En que estaría pensado.

En las zonas de la travesía donde no eran visibles las viviendas, el espectáculo que nos ofrecían los margenes del río era espectacular, sobre todo en el margen derecho, donde el palmeral se transformaba en desierto en apenas unos metros. Algunos islotes, nos contaron, que estaban protegidos como reserva natural, algo muy de agradecer dada la peculiar fauna y ecosistema de estos. No pude encontrar similitud alguna con el aroma que se podía oler cunado la embarcación pasaba cerca de la vegetación, olía a río mezclado con un sin fin de extraños perfumes procedentes de los humedales y palmerales de uno y otro lado de los márgenes, era todo un espectáculo para los sentidos.
El guía nos contó algunas cosas sobre el Nilo y lo que íbamos a ver, entre ellas las grandes cascadas, que francamente, al llegar donde estaban, nos parecieron unos rápidos muy suaves. También nos habló de las rocas con forma de elefante que encontraríamos al principio de la travesía, pero tuvimos que poner en juego una gran imaginación para ver allí la manada de elefantes de la que nos habló. Ya durante la travesía, nos señaló el mausoleo del Aga Khan, que servía de tumba a un famoso imán de la secta ismaelita nizarí llamado Mahommed Shah, Para ello gastó muchas palabras de admiración y orgullo, algo normal teniendo en cuenta que él era musulmán. El mausoleo, construido en mármol blanco que estaba situado en lo alto de una colina, se erguía majestuoso iluminado por el sol del atardecer, y era visible durante toda la travesía. Según nos dijeron, había costado una fortuna. Así mismo, el guía nos señaló varias residencias de gente rica que había usurpado las orillas del Nilo para construir allí sus palacetes, unas ostentosas viviendas que destacaban sobremanera entre las humildes cabañas de los pescadores y la podredumbre del resto de viviendas.
Mas o menos a mitad de camino pudimos ver, el que según nos dijo el guía, era el árbol más antiguo de Egipto. Fuese o no verdad, lo cierto es que era enorme, y por el tamaño de sus raíces, seguramente lo era.
Para mí, amante de los parajes naturales, llegados a ese punto punto consideré ya amortizados los 35€ que costó la excursión, el resto me pareció un regalo, pero aun quedaba mucho por que ver.

Arribamos a la orilla después de, más o menos, tres cuartos de hora. El lugar me recordaba mucho a una de esas playas paradisiacas del Caribe que salían en los anuncios de televisión, con la arena blanca y las palmeras de fondo., todo era igual, salvo que detrás de unos metros de palmerales, aguardaban las dunas del desierto. Antes de atracar dos niños se agarraron a nuestra embarcación para dejarse arrastrar por ella, un juego algo peligroso, porque las hélices del barco quedaban muy cerca de donde se agarraron, pero parecían estar acostumbrados a jugar así, además, al piloto de la embarcación no pareció importarle. Ya en la orilla nos esperaban los Nubios con su artesanía y ganas de vender, pero no fueron ni mucho menos agobiantes a la hora de ofrecernos su mercancía, solo estaban allí, esperando que nos acercásemos.
El guía nos invitó ha bañarnos en aquellas aguas cristalinas que dejaban ver el fondo perfectamente, y no dudemos en hacerlo. Así pues nos quitamos las ropas que no nos podíamos haber quitado hasta ahora por motivos religiosos, y nos lanzamos al agua. Al contrario de lo que pudiese parecer por la temperatura exterior, el agua estaba fría, pero no gélida. Fue una experiencia que nos supo a poco. Yo, como muchos del grupo nos hubiésemos quedado allí durante horas, pero el tiempo en una excursión organizada siempre es escaso. Ya secos y vestidos de nuevo para no escandalizar a los habitantes del poblado, nos invitaron a subir a los camellos, que aguardaban para llevarnos hasta el poblado. Para muchos de nosotros era la primera vez que hacíamos semejante cosa. Aunque al principio me negué rotundamente a subir a lomos de aquel animal que olía a estiércol, viendo que el resto del grupo lo hacía y que me quedaba solo en mi negativa, no tuve más remedio que hacerlo; y la verdad, ahora me estaría lamentando de no haberlo hecho, pues fue una experiencia fascinante.
Lo que más me sorprendió de montar en camello fue que durante la parte del paseo en la que el animal caminaba sobre arena, apenas se notaba el balanceo, que fuera un paso suave y constante, mientras que en la parte en la que caminaban sobre suelo firme, el balanceo y la brusquedad de los movimientos se acentuase hasta tal punto que parecía que al camello se le había roto la suspensión. Era pues evidente, que aquellos animales estaban perfectamente adaptados para caminar sobre la arena del desierto, no tanto por caminos duros. Y allí, a lomos de aquel animal que ahora ya no me parecía tan temible ni tan asqueroso, me encontraba yo subido, imaginándome en una caravana persa transportando seda a Alejandría. A lomos de aquel animal que no dejaba de moverse, puse mi cámara en modo de vídeo he intenté grabar el momento, pero no me di cuenta que estaba en modo de blanco y negro. Además, el animal no dejaba de balancearse, por lo que apenas pude enfocar a mi amada que estaba detrás de mí, en otro camello. Por raro que parezca, el hecho de filmar en blanco y negro y con tanto movimiento, hizo que las tomas tuvieran un aire de misterio y originalidad, que luego al visionarla, me sorprendí.
Ya en el poblado y después de apearnos de nuestras monturas, no sin dificultad por la forma peculiar que tienen los camelos de postrarse en el suelo, pudimos visitar una casa tradicional nubia que me recordó mucho, no sé por qué, a la cultura rastafari. Dentro de una habitación a las chicas del grupo les hicieron un tatuaje con gena y probamos los alimentos tradicionales que nos ofrecieron; sabores extraños a los que nuestros paladares no estaban acostumbrados. Posteriormente, el hombre nubio que nos atendió, muy amablemente nos preparó y ofreció fumar chicha en una cachimba, o como demonios dijo que se llamaba; una experiencia divertida para un fumador, no tanto para los que no lo eran. Luego, para sorpresa de todos, el hombre nubio apareció portando un cocodrilo de unos cincuenta centímetros de largo entre los brazos. Insistió en ponerlo encima de nuestras cabezas para que nos hiciésemos fotos. Yo fui más lejos y le pedí tenerlo entre las manos. Era una sensación extraña tener aquel animal de sangre fría entre las manos, además olía a pantano, pero el animal estaba quieto y parecía tranquilo. No obstante, la chica nubia, por cierto, bellísima, que estaba haciendo los tatuajes a las chicas, no parecía cómoda con el asunto del cocodrilo, quizás debido a que no le gustasen estos animales, cosa nada extraña, o quizás porque sabía que en cualquier momento el animal podría ponerse nervioso y soltar una dentellada. Aunque no entendí lo que dijo, sus gestos me hicieron desconfiar y devolver el bicho a su dueño, por si las moscas.
Después de visitar los bazares, en los que en ningún momentos fuimos agobiados como en Abu Simbel, nos hacinos unas fotos y volvimos a la embarcación para regresar a la motonave, lo hicimos por una ruta diferente a la que habíamos llegado, de duración más corta y menos interesante.

lunes, 26 de agosto de 2019

Egipto mágico con IMAGE TOURS capítulo V

Capítulo V

El obelisco inacabado


Si queremos conocer la procedencia de la piedra utilizada en muchos de los monumentos hechos por los Egipcios e intentar indagar en sus técnicas para trabajarla y extraerla, esta es una visita que no se puede uno perder.

Las canteras de granito se Aswán, son ahora una atracción turística con senderos para ser recorridos, pero antaño miles de trabajadores extraían enormes bloques de granito rojo que luego adornaron templos y sirvieron para hacer las fabulosas estatuas, que hoy en día todavía se conservan y podemos visitar.

Se sabe a ciencia cierta que la columna de Pompeyo, situada en Alejandría, proviene de estas canteras, también gran cantidad de granito del templo de Karnak y muchos otros están tallados con granito de estas canteras. Se conoce también, que incluso los romanos utilizaron estas canteras para nutrir de granito a sus artesanos.

La parte más importante de la visita, es sin lugar a duda, el enorme obelisco de cuarenta y dos metros de altura y casi mil doscientas toneladas de peso, cuya extracción quedo paralizada. Es como una fotografía que nos muestra la precisión, casi quirúrgica, con la que trabajaban los canteros, que hace mas de tres mil años, trabajaron allí. El obelisco todavía está adherido a la roca madre por uno de sus lados, pero casi acabado por los demás. En el recinto veremos, a parte de este, varias rocas en proceso de extracción o talla, pero en ningún caso tan interesantes como este obelisco. En su conjunto, al menos a mi, me dejó una impresión muy extraña, fue como visitar un lugar donde, de repente, todos los trabajadores hubiesen huido, dejando todo lo que estaban haciendo.

Las razones por las que no se terminó el monumento en construcción no están muy claras. Se cree que llegado un momento de la talla, los artesanos apreciaron algunas grietas que hacían inviable extraer entero el bloque de piedra; es la teoría más probable. Otras teorías apuntan a convulsiones políticas o desastres naturales que alejaron a los trabajadores del lugar, afirmación que sostiene argumentando que las grietas, no son tan importantes como para dejar la extracción en una fase tan avanzada.
Sea como fuese, lo cierto es que allí se dejó un buen ejemplo de la ingeniería egipcia en pleno proceso, pero a pesar de los vestigios dejados, todavía hoy en día se desconoce exactamente las técnicas que usaron los canteros para cortar con tanta precisión el granito. Se especula con la utilización de árboles que se dilataban con agua para partir a piedra, cuan agua, abrasivos o artesanos armados con escarpa. Yo, poco entendido en el tema, veía allí la acción de martillos hidráulicos, dinamita y discos de diamante manejados por expertos. Claro que no soy un experto, pero he visto cortar el granito muy cerca de mi trabajo, y no veía diferencia alguna entre el acabado de una sierra de diamante y las paredes perfectamente lisas del obelisco.

Pudimos ver por indicación del guía, lo que parecían canales para el agua. Es posible que los canteros utilizasen de alguna manera el agua como abrasivo para pulir o cortar las rocas, al igual que se hace hoy en día, pero es difícil imaginar que dispusiesen de la tecnología necesaria para que el agua alcanzase la presión necesaria para que fuese una herramienta de corte, como se en algunas fábricas actualmente. Sin duda sus secretos han quedado bien guardados a pesar de haber dejado tantas huellas. En cierta manera, intentar indagar en como lo hicieron, es como si ellos encontrasen uno de nuestros satélites que se hubiese caído, e intentaran comprender como nosotros lo hemos construido.

Hay que decir como dato muy significativo, que de haberse terminado, el obelisco inacabado sería el más grande jamás construido, y por supuesto transportado. Al no disponer de la información, desconozco donde estaba destinad, pero aunque hubiese sido a un kilómetro de distancia ya resultaría una proeza, tanto como ponerlo en posición vertical en su ubicación. Resulta tan misteriosa la forma en como hacían los canteros su trabajo, como la forma en que lo hubiesen transportado semejante mole por el desierto. Estamos hablando de casi mil doscientas toneladas de peso muerto, en un mundo cuya maquinaria pesada, se supone que eran los bueyes de tiro y la fuerza bruta de la gente.

A pesar de ser casi las dos de la tarde no nos importó mucho el calor,era un lugar con tantos enigmas por resolver, que apenas tuvimos tiempo de pensar en otra cosa. La temperatura sobre la roca desnuda rondaría los cincuenta grados centígrados, pero después de pasar ya unas cuantas horas bajo el sol, uno acaba aclimatándose. Una gorra o sombrero, y una botella de agua son suficientes para soportar el calor. No me imagino yo soportando esa misma temperatura en un lugar húmedo. Eso si que sería un suplicio de verdad, pero allí el aire era seco, tanto que las gotas de sudor apenas tenían tiempo para asomarse, pues cuando lo hacían, eran inmediatamente evaporadas.

Como siempre, nos hubiese gustado estar más tiempo, imaginado y especulando sobre como podían hacer los canteros aquella maravilla de piedra, pero el tiempo, siempre es escaso para el guía egipcio. Un guía que por cierto, insistió mucho en la maldad de los mercaderes de los puestos de venta que había apostados en la salida del recinto. Nos dijo que eran ladrones y estafadores todos ellos. Sin embargo, no apreciamos diferencias con otros mercaderes que habíamos visto antes, igualmente pesados. Quizás el guía dijo aquello porque no le pagaban comisión, como vimos que ocurría en otras visitas.

Porque créanme si le digo, que todos y cada uno de los guías que conocimos en el viaje tenían chanchullos extraños en los lugares que visitábamos. Ya fuese un restaurante, tienda o mercadillo, los guías, de forma más o menos disimulada recibían comisión, ya fuese en forma de especie o directamente en libras. La forma arbitraria en que nos llevaban a tiendas y restaurantes concretas, ya era por sí misma sospechosa, aunque no hubiésemos visto entregar el dinero al guía, había algo raro en todo aquello. El caso es que lo pudimos comprobar que era así, ya que lo vimos con nuestros propios ojos en varias ocasiones. Al igual que los guardias turísticos se sacan un sueldillo por hacer de guías y modelos para las fotos, los guías se lo sacan de las comisiones que reciben de los lugares a donde llevan turistas. Desde luego esto no es bueno, porque no visitamos la mejores tiendas o los mejores restaurantes, sino los lugares en donde al guía le pagaban más.

De la visita tengo que contar una anécdota que no puedo callar. Sabemos que es bien conocido el tópico de que los catalanes somos unos tacaños. Cosa, que en general, como en casi todos los tópicos, no es cierto. Lo que no nos podíamos imaginar es que este tópico hubiese llegado hasta Egipto, donde los mercaderes, al vernos pasar tan prestos por sus bazares sin comprar nada, nos insultaron llamándonos catalanes. Fue realmente chocante saber cuanto sabían ellos de España.

Tenemos que pensar en que ya no vivimos en un mundo sin fronteras, las noticias, gracias a la televisión por satélite e internet, viajan hoy a la velocidad de la luz a todas las partes del mundo. Es una información que muchas veces no es explicada o, incluso tergiversada por los medios de comunicación.
Lamenté no haber tenido tiempo para explicar a aquellos mercaderes, que si pasábamos tan deprisa no es porque fuésemos tacaños, sino porque un paisano suyo, que demás era experto en egiptología, nos dijo que todos ellos eran unos ladrones y estafadores; algo de lo que dudamos posteriormente.

Quiero advertir que yo no soy egiptólogo ni nada parecido, y este relato está hecho desde el punto de vista de un simple turista. Por ello pido a los posibles lectores de este escrito, que si cometo alguna omisión o error sean benevolentes y me lo hagan saber. Agradeceré cualquier información que pueda añadir o corregir gracias a las aportaciones que me hagan. Pueden dirigirse ha judas_el_miserable@hotmail.com .

En cualquier caso , si lo que desean es saber más, hay miles de libros dedicados al antiguo Egipto, algunos muy buenos, y otros que rayan en el esoterismo. Lo cierto es que el antiguo Egipto se presta a ello. Es lo que ocurre cuando las cosas son difícilmente explicables por métodos científicos y racionales. En Egipto hay muchos lugares en los que sucede esto.

Egipto mágico con IMAGE TOURS Capítulo IV


Capítulo IV
La gran presa de Aswán


Dadas las horas tan intempestivas en las que hicimos esta visita, la una de la tarde, y que el lugar no tenía relación o interés histórico con el Egipto antiguo, esta visita se me hizo algo pesada. Resultaba de escaso interés para los que les gustaban las ruinas e insuficiente para los más técnicos. A mí, por lo menos en ese aspecto, me pareció una visita que podría haberme ahorrado, y eso que me gusta mucho la ingeniería y las grandes obras.
Si en la visita hubiese incluido poder ver las instalaciones con más detalle, el interior de la presa, los generadores o la sala de control, no podría decir lo mismo, pero no fue así.
Estar encima de la presa soportado el calor infernal que hacía a esas horas de la tarde, mientras te dan unas explicaciones muy básicas de la presa, o mientras te explican cuatro detalles cuando pasas rápidamente montado el el autobús sin tiempo para ver las cosas, no da una perspectiva de la magnitud de la construcción. Después de ver las imágenes aéreas del lugar, recomiendo a quien quiera tener un perspectiva más amplia de esta construcción, que se instale el programa Google Earth y le eche un vistazo desde arriba, vera cosas que no podrá ver nunca encima de la presa. Os dejo estos dos enlaces si no queréis tomaros la molestia de instalar nada:

Visión aérea de la presa alta.
Visión aérea de la presa baja.
Perspectiva de las dos presas.

Un detalle de interés: Si utilizáis los enlaces que he puesto, se puede ascender por el río hasta Abú Simbel, llegando al lago Naser. Comprenderemos entonces porqué los templos rescatados de las aguas se encuentran ahora en proceso de deterioro por las filtraciones, ya que se puede observar con todo detalle en esta foto por satélite como se encuentran ubicados en un islote rodeado por las aguas del lago Naser.

No obstante, y pese a que la visita en si no aporta mucho, os daré algunos datos que he podido leer y aprender más allá de lo poco que nos explico el guía, y que creo que puede ser interesante para aquellos que les guste la ingeniería y los datos.
La presa Aswán en realidad son dos: La denominada presa alta, de más reciente construcción, fue la más más grande del mundo hasta la construcción de la presa de las tres gargantas en China, en noviembre de 2002. Mide 3600m de largo y 980m de ancho en la base, por 40m de ancho en la cúspide y 111m de alto, con un volumen de material de 43 millones de m³ de material de encofrado. El desnivel de 9m de altura es suficiente para producir el 50% de la energía eléctrica consumida en Egipto, 2,1 gigavatios en total. Alberga 12 enormes generadores de 175 megawatios cada uno. La construcción se realizó con ayuda económica y tecnológica de la extinta Unión Soviética, en plena guerra fría, y fruto de la antigua amistad de este país con el gobierno egipcio, o para ser más exactos, porque el gobierno ruso tubo intereses estratégicos allí. El estilo de construcción ruso es algo que se aprecia a simple vista. Si nos fijamos atentamente en las instalaciones eléctricas que están encima de los generadores, podremos esa forma de construir tosca, sencilla, pero funcional. Por supuesto, se tiene que haber contemplado una instalación eléctrica europea para poder comparar y darse cuenta de las diferencias que existe entre los aisladores y las torretas de alta tensión respecto a las instalaciones europeas; son completamente diferentes

La presa alta se construyó como consecuencia de que la presa baja, construida por los británicos mientras Egipto era todavía colonia del Reino Unido, en varias ocasiones estuvo a punto de desbordarse por las crecidas del Nilo. Pese a que fue ampliada hasta en tres ocasiones, aumentando su altura y grosor, cuando Egipto ya era independiente, el río siempre parecía estar a punto de superarla. Es por ello, ante la imposibilidad de seguir ampliando la vieja presa, se optó por construir una nueva.

La gran cantidad de potencia obtenida en este tipo de presas, no se consigue gracias al desnivel, como ocurre, por ejemplo, en las la mayor parte de presas españolas, sino por el caudal de agua que circula. Las dos presas de Aswán utilizan el gran caudal que aporta el río Nilo para mover las palas de las turbinas. El otro método, del que hablaba antes, es la presión. Para obtenerla las presas deben tener un gran desnivel. En España. Por ejemplo, podemos encontrar muchas de estas presas, cuya altura supera en muchos metros a las presas de Aswán. Por así decirlo, estas presas gastan menos agua.

Retornando a lo que nos explicó el guía sobre la presa, éste nos señaló un canal aledaño que servía de desagüe de emergencia en caso de una crecida muy grande. No nos extrañó que el guía nos dijese que, por suerte, nunca había tenido que usarse, porque el canal está casi diluido en el paisaje y en un gran estado de abandono. Creo que pude ver varias casa, o chabolas construidas muy cerca del cauce, que supongo yo, que en caso de que se utilizase el canal, acabarían engullidas por el agua.

Desde lo alto de la presa pudimos observar algunas ruinas y una bonita vista, pero nada espectacular. Los guías nos advirtieron que no usásemos teleobjetivos para hacer fotografías, ya que había un acuartelamiento o instalación militar cercana que no se podía fotografiar; ni que fuésemos espías ¡leche!

Recuerdo que el guía también hizo algún comentario respecto a los cocodrilos, aludiendo a la barrera que suponía para estos animales la presa. Por lo visto todavía quedaban muchos, pero solo a un lado de la presa, y también en los canales aledaños.
Caí en la cuenta entonces que resultaba extraño que las aguas del Nilo no estuviesen todo lo sucias que cabría esperar, teniendo en cuenta la población tan numerosa que habita en sus orillas. Observé durante todo el viaje por el río que en muchos lugares la gente pescaba y se bañaba sin temor. Suponía yo, que después de pasar por tantos pueblos como había en sus orillas, y dado el carácter poco cuidadoso de los habitantes de Egipto respecto a sus basuras, el río estaría lleno de porquería, pero no era así. Bien fuese porque todavía quedaba algo de respeto por el río , o bien porque el gobierno había tomaba las medidas necesarias para evitar que una de sus principales fuentes de ingresos se convirtiera en una pestilencia, lo cierto es que a lo largo de todo el viaje pudimos ver un río todavía vivo, con peces y humedales repletos de juncos en sus orillas, un indicador de la buena salud.

Mis observaciones, dado el poco interés de la visita a la presa, más que en la misma presa, se centraron en las gentes que estaban por allí, en su vida cotidiana y en sus prácticas espirituales. Era sorprendente la devoción y la disciplina de aquellos hombres, que sin importarles el calor y la visita de los turistas, extendían sus alfombras y se postraban de cara a la Meca. Parecía que no importase nada más. Ya fuesen guardias, jardineros, todos, llegado el momento cumplían con el mandato de Alá.

El guía que nos condujo, tanto por Abú Simbel como por la presa fue distinto al que nos acompañó en los demás templos. Era un tipo de una simpatía en ocasiones claramente forzada. Mi impresión es que él nos veía como ganado o niños necesitados de protección, y no de conocimientos. No aparentaba tener los estudios, cultura y modos del anterior guía, si no más bien todo lo contrario; una lección aprendida de memoria para ser contada y poca cosa más.
Después de pasar mucho calor y sacar algunas fotografías, subimos en el autobús y nos dirigimos a la motonave, que nos espera en puerto de Aswán, donde también nos esperaba el almuerzo que nuestros vacíos estómagos ya echaban en falta. Llegamos tarde y con poco tiempo para comer y menos para reposar la comida, todavía nos quedaban varias excursiones en los alrededores de Aswán por realizar aquella tarde.

Al llegar resultó un poco exasperante las ganas que tenía el personal del comedor por cerrar. Consecuencia de ello, apenas nos quedó tiempo para hacer una sobremesa como es debido. Además, me disgustaba mucho que tuviésemos que ir a la cafetería para tomar el café, y no poderlo tomar en la mesa del restaurante, como estábamos acostumbrados. En las ocasiones que sucedía algo así, me daba la sensación de estar en una fábrica de procesamiento de turistas que en un viaje de placer. Por suerte, el hecho de vivir una situación tan distinta a la que estoy acostumbrado, hacía que estas cosas no tuviesen tanta importancia, que importase más la situación en si misma que los detalles negativos. Quizás si este no hubiese sido nuestro primer viaje las cosas serían diferentes. Hubiésemos protestado o exigido una mejor atención y calidad en el servicio.

Recuerdo que una de las excursiones, ya casi al final dele viaje, en Alejandría, pudimos ver los resultados de esa aptitud de exigencia y protesta por parte de dos de los integrantes del grupo. No fue nada agradable. Se creo un ambiente muy incómodo para todos, y todo ello por una incorrección o omisión que el guía cometió al explicar la visita. Seguramente la protesta tuvo su razón y el guía cometió un error, pero el hecho de eliminárselo allí mismo, delante de todos, no estuvo nada bien. En tal caso, creo que lo más oportuno es llenar una hoja de reclamaciones despues de la visita, y no someter a escarnio público al guía. Hay muchas formas de hacer las cosas, y aquella pareja eligió la peor.

Egipto mágico con IMAGE TOURS Capítulo III



Capítulo III

Abu Sinbel



Después de un corto sueño para recuperar las fuerzas del largo viaje y hacer la digestión, sobre las tres de la mañana nos despertaron para realizar nuestra primera excursión. Todavía somnolientos y equipados con las almohadas de las camas de nuestros camarotes y unas cajas con el desayunos, nos montaron en un autobús. La duración del viaje sería de unas tres horas y media para recorrer los aproximadamente trescientos kilómetros que nos separaban de nuestro primer destino turístico, los templos de Abu Simbel.

Lo que pude leer del lugar antes de partir de España fue que estos templos fueron descubiertos en 1813 por el explorador italiano Giovanni Belzoni, quien como muchos en Egipto, no dudó a la hora de robar todos los tesoros que encontró en el interior de los templos. El conjunto arquitectónico de Abu Simbel, compuesto por dos majestuosos edificios, fue trasladado piedra a piedra de su ubicación original por un equipo de arqueólogos e ingenieros españoles. Una tarea que comenzó en el año 1964 y que requirió de la colaboración y la ayuda económica de muchos países coordinados por la UNESCO. Como agradecimiento al gobierno español, el gobierno egipcio le regaló un templo que actualmente se ubica en Madrid.
El costoso trasladado se hizo por la inminente construcción de la presa de Aswán. De no haber sido así, hoy, este patrimonio de la humanidad, estaría bajo las aguas del lago Naser, creado artificialmente por la construcción de dicha presa. A pesar del esfuerzo por conservar los templos, actualmente sufren un fuerte deterioro por las filtraciones de agua procedentes del lago, por lo visto el templo no se ubicó lo suficientemente lejos del lago.

Quizás todo ese esfuerzo al final solo ha servido para retrasar lo inevitable, pero sin duda el esfuerzo mereció la pena, ya que de otra forma todo este magnífico patrimonio histórico no hubiese llegado hasta nuestros días. No se sabe a ciencia cierta cuantos restos de la cultura Egipcia quedaron bajo las aguas y no fueron rescatados en aquella zona, pero se tiene constancia de que fueron muchos.
Por desgracia, el rápido desarrollo de la demografía del país ha propiciado que muchas obras e infraestructuras construidas en otros lugares, hayan enterrado cientos de yacimientos arqueológicos difícilmente recuperables, yacimientos que ahora descansan debajo de carreteras, mezquitas y habitantes de Egipto.

El viaje a Abu Simbel empezó un poco accidentado, debido a las medidas de seguridad impuestas por las autoridades. Por lo visto, y según nos contaron, no hacía mucho que había habido un accidente grabe y por ese motivo, la excursión a los templos se hacía ahora siempre en convoy y protegido por ejercito. Hizo falta por ello, más de tres cuartos de hora para poner en marcha la veintena de autobuses y microbuses repletos de turistas que se dirigían al mismo lugar.
Ya iniciada la marcha pudimos comprobar porque había accidentes, la forma de conducir de los Egipcios es cuando menos peculiar. No respetaban las señales viales y realizaban adelantamientos casi suicidas. La carretera de dos carriles, para ellos era uno solo, por el que circulaban y adelantaban a voluntad, ya fuese por la derecha o por la izquierda o hubiese o no visibilidad. El arcén también parecía que fuese parte de la misma carretera, y se utilizaba también para adelantar. Pero pronto aprendimos que esto es normal allí.
Al final pudo más la fatiga del viaje y la falta de sueño que el temor a acabar en la cuneta, y los pasajeros del autobús quedaron casi todos dormidos, dejando solo el ruido del motor del autobús de fondo.


Después de muchos kilómetros, ya despiertos, tuvimos la suerte de presenciar nuestra primera salida del sol en el desierto. Un espectáculo hermoso a la vez que desolador. Ver tanta extensión de tierra desértica te da la sensación de estar en otro planeta. La luz del amanecer no es la misma a la que estamos acostumbrados. El sol inicia su andadura por el cielo con su luz filtrada por el polvo del desierto, produciendo una luz anaranjada y difusa que pronto lo inunda todo, descubriéndonos un paisaje agresivo e inhóspito. Montículos coronados por piedras negras como el carbón,que parecen abrasadas por el Sol, casas abandonas, pedazos de neumáticos en los arcenes y algún que otro esqueleto de un autobús que no pudo soportar el rigor del desierto, y que fue allí mismo abandonado; quizás como aviso para aquellos que se aventurasen ha hacer la travesía sin estar preparados. Ya cerca de nuestro destino, algún poblado y parcelas de cultivos hechos con el agua robada al Nilo, única fuente de vida.

A la llegada el sol ya estaba alto en el cielo y se hacía notar. Equipados con nuestras cámaras, sombreros y botellas de agua nos dispusimos a fotografiarlo todo, pero nos llevamos nuestra primera decepción, el guía nos dice que no se pude filmar ni hacer fotografías en el interior de los templos. No obstante las fotografías panorámicas son espectaculares, y solo por esto merece la pena el largo viaje. Aunque estas fotografías nunca harán justicia a una vivencia directa del lugar siempre nos recordarán que estuvimos allí.

Nuevamente, nada más bajar del autobús, el asalto al turista, vendedores que te ofrecen todo por un euro te ponían objetos encima, telas chilabas pañuelos, botellas de agua, todos son regalos o cuesta un euro, te cambian monedas de euros por billetes, pero nosotros lo que queríamos es ir al baño. Buscamos en los bolsillos y yo me doy cuenta de que tengo un problema. Sabía que el interior del lavabo me encontraré con alguien que me ofrecerá papel higiénico y asistencia por una propina casi obligada, será un tópico que nos acompañará en casi por todos los servicios que visitemos. Por suerte mi amada y compañera de viaje tiene algunas monedas con la que puedo salvar la situación. Le doy cincuenta céntimos de euro al sujeto y me pone cara de más, pero me da igual, lo ignoro y alivio mi vejiga.

La visita a Abu Sinbel es del todo merecedora del viaje y las incomodidades. Impresionan las dimensiones descomunales, los jeroglíficos esculpidos en la roca, la belleza de las formas y la majestuosidad y tamaño de las estatus que adornan el conjunto. El tamaño de los bloques de piedra con los que están hechos los templos son enormes, todo es impresionante, y te hacen pensar como fue posible tan magnífica construcción disponiendo solo de gente y la fuerza de bueyes de tiro como maquinaría pesada. Al contemplar aquellas construcciones me pregunto también como sería el mundo actualmente, si hubiésemos puesto nosotros el mismo empeño que pusieron ellos para hacer un mundo mejor.

Frente a los templos y bajo el sol ya abrasador, el guía nos explican un poco de historia sobre lo que estamos viendo. Nos dice que el conjunto esta compuesto por dos templos, el mayor dedicado a Ra, Ptah y Amón y el pequeño dedicado a la diosa Hathor, personificada por Nefertari, esposa favorita de Ramsés. El guía nos utilizan y empareja para que entendiésemos el parentesco de los dioses. Orus, Osiris, Nefertari, todos allí puestos bajo un sol de justicia y deseando buscar sombra. El calor no es bueno para utilizar la memoria y menos para la paciencia, y apenas recuerdo nada de todo aquello. Yo, al menos, ya estaba impaciente por entrar y encontrar sombra que me protegiese de aquel suplicio, pero allí, dentro del los templos, el calor iba ha ser igual de sofocante o más, ya que se unía la humedad precedente de la tierra y contenida en el interior.

Después de ver los dos templos por dentro, maravillarnos con su contenido y sudar de lo lindo, salimos al exterior para seguir llenando la memoria de nuestras cámaras con las fotos panorámicas. Después nos dirigimos a buscar descanso y refugio del Sol. Lo encontramos en las instalaciones aledañas a los templos, ya fuera del recinto acotado, pero para llegar hasta allí teníamos que recorrer cuatrocientos metros y pasar o obligatoriamente frente de los puestos de souvenirs, donde un ejercito de mercaderes nos estaban esperando para agobiarnos sin piedad.

Pero antes incluso de llegar al lugar donde estaban los tenderetes, a mi pareja y a mí todavía nos quedaba una pequeña lección que aprender, esta vez sobre la policía turística.
Antes de llegar, un soldado que ejercía esta función nos señaló un lugar para que hiciésemos una buena fotografía, y la verdad es que fue buena. Luego se ofreció para que nos hiciésemos una foto con él y su fusil de asalto, algo a lo que no accedí, no por mi, sino por el temor que despertó la propuesta a mi compañera. Aunque nos negamos a esta extraña propuesta, el soldado puso la mano para que le diésemos una compensación por indicarnos el lugar para hacer la fotografía. Si, por extraño que parezca te piden dinero por estas cosas allá; pero todo tiene una razón de ser.
Nos dijeron que las fuerzas armadas de aquel país están formadas en su mayoría por jóvenes sin formación académica. Estos están obligados, al contrario que los universitarios, que hacen solo un año, a realizar un servicio de tres, a demás sin paga alguna. Aquellos que pertenecen a la guardia turista, como se le llama allí, obtienen así algunos ingresos que les ayudan a pasar el trago. Es muy triste perder tres años de una vida, pero así son las cosas allí.

Después de aquella lección de la forma de vida de los guardias turísticos, pusimos paso ligero al punto de encuentro, con una idea aproximada de lo que nos esperaba en el pequeño mercadillo atestado de mercaders, por donde teníamos que pasar obligatoriamente para llegar.

Allí pronto aprendimos que si mostrábamos interés por alguna cosa estábamos perdidos. Su habilidad para engatusar y vender era algo fuera de lo común e innato. Si es la primera vez que uno se encuentra en esta situación siempre acaba en sus manos. Tenemos que tener en cuenta que el arte del regateo no es algo fácil de aprender cando se está acostumbrado ha comprar en un supermercado, coger lo que necesitas, pagar y marcharte. Eso es muy fácil, regatear no. Al principio, todos los que lo intentan por primera vez acababan con sus bolsillos escaldados. Si no quieres acabar así necesitas saber tres reglas básicas:

1.Si no deseas comprar, lo mejor que puedes hacer es mostrarte indiferente, ante lo que te enseñen o veas.
2. Si quieres comprar algo que te guste, ten muy claro lo que quieres pagar y no te importe exigir ese precio, insiste en ello hasta que te acerques lo máximo posible.

3.No te sientas culpable a pesar de lo que te diga el mercader y las escusas que te ponga, lo que nunca hará es perder dinero contigo.

Además de estas tres reglas, ten claro que no te faltarán oportunidades de comprar lo que deseas en otro sitio, sobre todo si visitas El Cairo, podrás hacerlo sin agobios y a mejor precio, incluso sin tener que regatear. Y si a pesar de todo piensas que te han levantado la camisa en una compra, puedes hacer lo que yo, piensa lo que has hecho no es dejarte engañar, sino una obra de caridad.

Después de un corto descanso en el que tuvimos tiempo para intercambiar impresiones del viaje con nuestros nuevos compañeros de fatigas, emprendimos regreso a Aswán. Antes de volver al barco debíamos hacer una visita panorámica a la gran presa que controlaba las salvajes crecidas del Nilo. Nuevamente en el camino nos volvimos a encontrar con el desierto, esta vez con el sol ya muy alto, lo que nos permitió ver en directo los espejismos que formaba el calor en el horizonte.

Egipto mágico con IMAGE TOURS Capítulo II



Capítulo II
La motonave

No es ni mucho menos tan grandes como los cruceros oceánicos, pero son igualmente cómodos , e igualmente acogedores. Nada más entrar en la amplia recepción uno se siente a gusto, como en un hotel de cinco estrellas, con detalles de lujo y una decoración cuidada que denotaba muy buen gusto. Desde allí se accede a toda la nave. una escalera de caracol nos lleva las dos cubiertas superiores y la terraza. Las habitaciones no son muy amplias, pero suficientes. En nuestro caso dotadas de todos los servicios necesarios para estar cómodos, baño completo, televisión por satélite, teléfono y por supuesto aire acondicionado regulable, algo imprescindible. Aunque la recepción de la televisión no era muy buena y se perdía la señal a menudo, podíamos ver el canal internacional de TVE y varias cadenas locales.
De la veintena o más, de motonaves que hacen este crucero por el Nilo, el que nos tocó, según nos dijeron, era de gama media, ni el peor ni el mejor de ellos. En cuanto a los servicios generales de la motonave, estaba dotado de una amplia sala de espectáculos que a la vez servía de cafetería, un restaurante suficientemente grande para dar cabida a todo el pasaje, una terraza con piscina y bar donde a también había sala de masajes y algunos aparatos para hacer ejercicio. En cuanto al personal del barco, todos ellos amables y simpáticos, algo que como he dicho antes es habitual en Egipto.
Los empleados de la embarcación en la que fuimos y que atendieron nuestra habitación, eran unos artistas con las toallas de baño, algo que no habíamos visto nunca en ningún otro hotel o pensión, aunque, todo he de decirlo, no somos asiduos visitantes de estos lugares. En nuestro primer día en la habitación encontramos una pareja de cisnes encima de la cama, el segundo un cocodrilo, el tercero un mono colgado del techo cuya cabeza era un rollo de papel higiénico. Me molestó un poco que utilizasen una de mis camisetas para hacer el cocodrilo, o que tuviese que deshacer los animalitos para poder ducharnos, pero fue un detalle muy gracioso que nos alegraba el día cada vez que entrábamos en la habitación.

Algo que no encontramos nada correcto en el barco es tener que dejar el pasaporte en la recepción hasta que acabase nuestra estancia en la motonave. No sabemos muy bien si el motivo fue para el control policial o para que no nos fuésemos sin pagar la cuenta del barco antes de salir. Ellos alegaron el primero, pero creemos que el motivo fue el segundo.

Al llegar y después de dejar el equipaje, el guía nos citó en al cafetería para concretar las excursiones que no estaban incluidas en el paquete turístico. Allí nos ofrecieron la bebida típica de Egipto, el Karkadé. Una bebida refrescante hecha con las flores de una planta que tiene el mismo nombre y que pertenece a la familia de las Malváceas. No tenía mal sabor, aunque si resultaba algo empalagoso.
De las excursiones que el guía nos presentó, nos decidimos por visitar Abu Simbel y el pueblo Nubio, por un precio de 95 y 35€ respectivamente. Según he podido leer por internet, pretender hacer estas excursiones por tu cuenta, sobre todo la de Abu Sinbel puede resultar mucho más barato, pero he leído muchos comentarios sobre las dificultades que te ponen si lo intentas y has contratado el viaje por agencia. En primer lugar el guía te avisa del peligro que corres de ser estafado, en segundo insisten en que contrates con ellos la excursión, y si esto no funciona es posible que hagan cualquier cosa para evitar que te encuentres con el taxi o la persona que te tiene que llevar. Como son rumores y no fue nuestro caso, no puedo afirmar categóricamente que esto sea así, pero si visitan este enlace puede que entiendan mejor lo que les digo. En él se dice que la excursión de Abu Simbel puede costar hasta 55€ más barato, es decir, unos 20€ si la haces por libre, un precio justo si tenemos en cuenta el nivel de vida del país, pero que te arriesgas a mucho, y no por el que te lleva, sino por la mafia que tienen montada los guías y agencias, que pueden llegar a dejarte tirado para que veas lo malo que es viajar sin ellos. De todas formas tenemos que entender que allí las gentes se ganan la vida con el turismo, algo que es completamente lícito, un turista es algo así como un globo lleno de billetes que debe ser desinflado, y conocen muy bien as técnicas y la psicología para hacerlo. Otra cosa es que les falte principios éticos, pero allá cada cual con su Karma, lo importante es que lo tengas claro tú que eres turista.

Con la conclusión de la reunión del Guía llegamos a la hora de cenar, así que tuvimos nuestra primera ocasión para degustar la comida egipcia de la motonave. No era muy diferente de la comida mediterránea, aunque si más especiada, algo que no es bueno para un estómago delicado. El buffet libre consistía de varios tipos de ensalada, escalopas, arroz, algún plato de pasta, algunos de carne... En definitiva un menú muy completo y apto para saciar muchos gustos. Mención especial a los postres y las frutas, muy variados y todos deliciosos, más para un goloso empedernido como yo. Diversos tipos de pasteles que no solo entraban por la vista sino por el paladar, con sabores exóticos que te recordaban que estabas en un país extranjero. En cuanto a las bebidas tenemos que hacer una valoración negativa, no solo porque se pagan a parte, sino por la poca variedad y la ausencia de vinos o cavas en la carta. Además resultaba molesto que antes de que acabásemos de cenar, el camarero se presentase a tomar nota de las consumiciones para facturarlas, estropeando en parte la tranquilidad de la cena.
La impaciencia por retirar los platos, en ocasiones también resultaba molesta. Si nos descuidábamos, en más de una ocasión nos hubiesen retirado el plato antes de que acabásemos el contenido.
Durante la cena en una mesa redonda para ocho comensales tuvimos los primeros contactos con nuestros compañeros de viaje, paisanos que como nosotros, era la primera vez que visitaban Egipto. Enseguida, supongo que por las circunstancias de hallarse lejos de casa y ser del mismo país trabamos amistad y se estableció un vínculo de grupo, esto fue algo que hizo mucho más bonito este viaje, ya que no solo disfrutemos más de la experiencia de viajar a un país lejano, sino que hicimos buenas amistades con las que compartimos la experiencia, una amistad que ha perdurado después.

El desierto de Tabernas

Existen pocos lugares en el planeta  tan sorprendentes como los es el desierto de Tabernas, al Norte  de la ciudad de Almería en España.  P...